Se sentó el niño triste en la
terraza,
mientras cae la tarde,
son casi la cuatro,
y la luz del sol atraviesa la
estancia de la casa
vacía,
vacía como las paredes blancas de la sala,
y a lo lejos,
se escucha un bolero viejo,
que narra un lamento…
Donde estarás?
gime mi alma en un suspiro hacia el
silencio,
¡te extraño!.
Los juguetes me aburrieron,
ya comí lo que quise de la alacena,
me acosté a mis anchas en la cama,
y me dormí hasta que mis ojos
se cerraron cual mis fuerzas.
recuerdo que besé la almohada
pensando que era tu hombro.
El niño en la terraza entro a casa,
se sentó solo, donde solías hacerme
compañía,
la soledad no tuvo sentido,
y extrañarte, raramente me hace
sentir vivo,
y sentir herido
con una enfermedad que salió de la
nada.
Estar sin ti, me asalta sin aviso
me trasporta hacia el vacío,
me arrastra al pasado
a ese exiliado en el olvido,
Es complicado,
hermoso sentir que no soy dueño de
mi,
que mis lagrimas se juntan en mis
parpados
queriendo salir por ti,
por lo que siento,
es hermoso pensar que al caer la
noche,
las estrellas te traerán de vuelta,
y el niño saldrá corriendo a tus
brazos,
y se asirá a tu mano con tanta
fuerza,
como aquella vez que le tomaste
justo antes de caer.
te abrazará,
como queriendo colgarse de tus hombros,
como queriendo pisar en tus pasos,
como queriendo reinar en tus sueños.
Hector Ricardo