Dos niñas muertas venían hacia mí
tenían el cuello sangrante
y los vestiditos rosados
salpicados de rojo,
las dos niñas muertas me traspasaron
las palabras no me salían
y los huesos
desde sus tumbas me tocaron.
Pensé en Dios
en el padre nuestro que no me salía
pero instintivamente
mis brazos en cruz me protegieron
en mis entrañas sentí su dominio, su vigor
en esa mole de tenebrosos sueños
me sentí implacable
llena de él
y en ese momento
desperté llena de gran sabiduría.
RosarioAlons.