Los silencios cuelgan del ropero
como negros fantasmas,
cada vértice parece un embudo
partiendo mi entorno…
no me asusta la calma
ni el olor a tierra húmeda que viene de afuera.
Mis muslos parecen más largos
y la lisura del vientre se oprime en su abrazo.
Sola en este rectángulo a media noche.
Mis pechos….
dos islas desde al punto en que hora los miro,
colinas erguidas,
demasiado hermosas y serenas
ancladas a un pecho rítmico,
en coro esplendido y en estridente grito…
¡treintenas de sangre sin saltar en mis venas!
quiero ser la eterna mujer...
que se vistió de lunas de ensueños,
pero mis manos están vacías.
Inevitable me asomo al abismo…
y como infante agotada
de tanto silencio me quedo dormida.

 RosarioAlons.