Por la escalerilla saltaba a la azotea
y miraba desde arriba un mundo que no me pertenecía.
El cuadernillo pegado a mi cuerpecito de niña
y los versos de princesa enamorada a los 13.
No era consciente del amor, y eran tan inocentes
las palabras escritas, las cartas anónimas.
Reconozco era un prodigio mi léxico
y el sentimiento primerizo
expresado con un lenguaje tan florido.
Hago el recuento de una parte de mi memoria
un ápice que parecía guardada en un ángulo oculto.
No miro con asombro la partitura de la balada de sentimientos
escritas a tan corta edad.
escucho quizá como habla mi cuadernillo amarillo
con una voz más adulta , con la voz que responde
quizá al final de la juventud, y la adultez que hace meritos
a la plenitud de una sonrisa.
Cuando escribo con esplendor …..
las imágenes saltan y una equilibrada sensualidad recorren
las costillas de mis versos.
Pero para mí, no hay prosas ni versos,
la palabra escrita es danza y melodía
cuando se escribe con el alma…
no hay palabras sencillas,
hay sentimientos invaluables.
Un verso de amor baila candente entre el corazón
y la parte más sensible del cuerpo,
y con la edad se aprende
a amar los instantes, los besos cortos
y las miradas largas.
Despierto de vez en vez a la niña que saltaba a la azotea
para que mire que tan amarilla es la flor
y que tan cristal son los cristales de mi ventana
necesito sus ojos , para que capte en un instante
el brillo de un relámpago y la ternura de unos labios.
RosarioAlons.